E3 2021
Ser adulto y, por extensión, envejecer, está repleto de obligaciones y chascos; una serie de sinsabores que nos transforman. Cada vez somos más cínicos, y el desencanto se nos pega como una mala sombra. Por eso es tan importante la ilusión. Coleccionismo de discos; los partidos de La Liga; comprar figuritas o grabar tu podcast: todo vale para tener ese empujón de ánimo tan necesario. Lo que incluye a los videojuegos y, yendo al turrón, eventos como el E3.
El E3 siempre ha sido sinónimo de expectación. Conocéis esa sensación: una pizca de nervios, mucho anhelo y la imaginación disparada. Es un sentimiento parecido al que sentíamos la Noche de Reyes, o en los cumpleaños de nuestra infancia; una época de nuestras vidas en la que era todo más acogedor. Pero resulta que, como nosotros, el E3 también ha envejecido… Para mal. Tras una juventud alocada, pasó a una fugaz etapa de ‘edad madura’; y ahora ha entrado en la vejez. Esta senectud le está sentando muy mal: es un pobre anciano, patético y desganado.
Y ya sabéis qué viene tras la vejez.
Summer Game Fest
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En el segundo año de la pandemia, otro virus se ha contagiado a casi toda la feria: el hastío. Y el paciente cero fue Geoff Keighley. La paradoja andante de ser una garrapata sin sangre. Bajo el rimbombante nombre de Summer Game Fest, ‘Chof’ vendió juegos al kilo. Como buen tendero tramposo, Keighley apretó la balanza para que el resultado tuviera más peso del real. Es decir, mucha morralla con lacito:
- Desfile de freemiums y clónicos.
- Nuevos traílers de juegos archiconocidos.
- DLCs, pases de temporada, personajes descargables y demás relleno.
- Un puñado de indies de escaso recorrido.
- El besamanos: meter el juego de Amazon, que era patrocinador. También hacer hueco a su idolatrado Kojima, con el inexplicable ‘Director’s Cut’ de Death Stranding.
Todo esto regado con la inoperancia característica de Yof. Sigue sin saber conducir un evento, ni entiende lo que es el ritmo. Keighley insiste además en hacer radio por streaming: eternas entrevistas con plano/contraplano, sin imágenes ni contenido de relevancia. El Summer Fest se dejó lo ‘mejor’ para el final: el primer tráiler de Elden Ring, el juego de From Software en colaboración con George R. R. Martin. Pero veníamos de una hora agónica e insufrible, que rebajó el impacto de este nuevo juego. Tampoco ayudó un apartado técnico más propio de hace cuatro años. Con sus ojos caídos y sin alma, Keighley selló el sino del E3 2021: una plaga bíblica de aburrimiento y decepción.
Koch
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Koch Media cogió el testigo, con un evento en el que presentó su nuevo sello de distribución, Prime Matter. Opal Cadman, manager de marketing, condujo la retransmisión hacia el abismo. Bajo un sonido roto y un fondo gris, Cadman parecía a punto de decir “me llamo Ángela y me van a matar”. Hubiese sido más entretenido que lo que nos esperaba: una retahíla de entrevistas, sin apenas apoyo visual. Ni que decir tiene que, cualquier título que hubiera de interés, se vio anulado ante semejante despliegue técnico.
Ubisoft
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El listón estaba muy bajo, así que remontar no fue difícil. Los indies de Guerrilla Collective dieron paso al Ubisoft Forward. Éste fue un evento más cercano a lo acostumbrado: tráilers, gameplays y declaraciones de los desarrolladores. «Pan y mantequilla» de toda la vida, a pesar de lo cual el resultado fue mejorable Salvo para los hipotéticos fans de Avatar, no hubo ninguna revelación de gran calado. El resto de material se refirió a juegos que, pese a su buena proyección (sobre todo Far Cry 6), ya habíamos visto en tráilers previos. Era clara la intención de “rellenar” el tiempo de emisión: de ahí las eternas piezas dedicadas a Rocskmith+, Assassin’s Creed Valhalla y Rainbow Six Extraction.
Devolver
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Desde el E3 2017, las conferencias de Devolver Digital eran un valor seguro. Mahria Zook siempre ha estado estelar como Nina Struthers, la sociópata mánager del estudio. Es la conductora de unos shows paródicos, donde se mezcla el humor negro con la violencia. Mostrando una aguda inteligencia, Devolver supo denunciar los males endémicos de esta industria: desde las lootboxes a las microtransacciones. En 2020 la compañía ofreció un espectáculo metarreferencial y ambicioso. Pero esta etapa estelar ha quedado atrás. Para el evento de 2021, Devolver se ha limitado a cubrir expediente, con un contenido sin entusiasmo ni ambición. Al menos ha servido para algo: dio con la clave de por qué este E3 ha sido una debacle.
Microsoft
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Todas las esperanzas se depositaron en dos compañías contrapuestas: Microsoft y Nintendo. Y efectivamente, sus presentaciones fueron lo menos malo del E3. No fue tanto por los aciertos de sus eventos, sino por el triste palmarés de sus competidores. Los de Redmond fueron fieles a su fórmula de anteriores ferias: muchos juegos, numerosos tráilers, y un ritmo impecable. Pero esa tradición ocultaba las trampas tradicionales. Relativos bombazos, como Starfield o Redfall, se mostraron a través de tráilers conceptuales. El magnífico teaser de The Outer Worlds 2 supo hacer burla de estas prácticas. Si Series X sacó músculo con Forza Horizon 5, éste se desinfló con Halo Infinite. El juego de 343 Industries sigue con rumbo fijo al naufragio. Más allá de una secuencia con Jefe Maestro, lo que vimos de la campaña fue desolador. El año de reválida no parece haber servido de mucho: el juego mantiene el aspecto cutre y genérico, que tanto dio que hablar en la presentación de 2020. Confirmando los rumores, el multijugador de Infinite será gratuito. Una maniobra que, casi seguro, pretende paliar el probable batacazo de la campaña. Microsoft añadió un epílogo el jueves 17, por medio del Xbox Games Showcase Extended. Un evento extenso, donde profundizó en varios de los títulos presentados en E3. También permitió ver que Hellblade 2 y otros títulos progresan de forma adecuada. Ninguna de las dos presentaciones se puede definir como histórica. En cualquier caso, sirven para confirmar que, a partir de 2022, Xbox Series X tendrá una batería de exclusivos bastante potentes. Más vale tarde que nunca…
Nintendo
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Sota, caballo y rey. El Nintendo Direct mantuvo el formato habitual, con una nutrida sucesión de juegos. Hubo conversiones de juegos de PS4/One; algunos de ellos vía nube, dado que el hardware de Switch ya suplica clemencia. Los estrenos tuvieron un peso relativo: el insípido Metroid: Dread; un nuevo WarioWare, y el remake de los dos primeros Advance Wars. Tampoco faltó el inevitable port de un juego de Wii U: Project Zero: Maiden of Black Water. Una vez más, Eiji Aonuma se reservó los minutos finales. Les lanzó un hueso a los fans de Zelda: una Game Watch con los tres primeros títulos, mención a Skyward Sword, y tráiler inédito de Breath of the Wild 2. Con todo, la valoración de La Gran N fue agridulce. Sin estar mal del todo, su presentación no contó con ningún estreno de impacto. Tampoco hubo mención a juegos tan esperados como Bayonetta 3, en el limbo desde hace tres años. Ocurrió igual con la cacareada Switch Pro, la cual sigue siendo una entelequia hasta nueva orden.
Y los demás…
El resto de compañías fue en el coche escoba. Take Two sustituyó los tráilers por una charla sobre diversidad. Capcom debió haber optado por una solución similar: su conferencia fue la nada absoluta, sin presentar ni una sola sorpresa. Square Enix se quedó a medio camino. Su plato principal fue Guardians of the Galaxy, junto con el descafeinado Stranger of Paradise – Final Fantasy Origin. Algo más satisfactoria fue la sección del PC Gaming Show. Tuvo propuestas de cierto interés, como el nuevo juego de la franquicia Vampire: Bloodlines (camino de ser la nueva Warhammer 40.000), o Soulstice.
«Se contentan con manducar las sobras»
¿Qué es lo que ha pasado? La etiqueta de “el peor E3 de la historia” suena a hipérbole de fan cabreado fans. Pero si echamos la vista atrás, no es fácil encontrar una debacle como esta; en toda la historia de la feria. La pandemia ha sido la justificación esgrimida por los defensores de las compañías. Y tienen razón, aunque no por los motivos que piensan. Sí: los efectos del Covid-19 han tenido que afectar a los estudios; pero a pesar de estos rigores, no han sido pocos los que han logrado sacar adelante tráilers, gameplays, avances y hasta juegos completos. La excusa pandémica tampoco explica la ausencia de anuncios de gran calado. Un año es tiempo suficiente para iniciar un nuevo proyecto; da igual si llegará en 2022, 2023 o en el siglo XXXV. Imaginad el tono del debate si se hubiese mencionado un nuevo Silent Hill. O el próximo remake para la saga Resident Evil. O la siguiente entrega de Final Fantasy VII Remake. Un simple logo hubiese bastado para colmar nuestras expectativas.
Decía antes que Devolver Digital había dado con la clave de este desastre. Si nos fijamos en su vídeo de 2020, podemos ver el enorme esfuerzo que realizaron. Para empezar, aquella presentación tuvo a grandes personalidades del sector. Mahria Zook lo dio todo, demostrando que es una inmensa actriz. Los secundarios también se entregaron por completo; e incluso disfrutamos de una canción motivadora en los créditos. Había ganas por crear algo especial. Y era justo lo que necesitábamos. En los peores momentos de la pandemia, la compañía quiso hacernos disfrutar y animarnos. A ellos también debió servirles, para ilusionarse en unos tiempos tan oscuros. Hasta cierto punto, ese espíritu estuvo presente en el resto de presentaciones del E3 2020. También contribuyó que PS5 y Series X/S iban a llegar a final de año. Las compañías dieron un empujón a sus eventos, echándoles más ganas de cara a las nuevas consolas. Dos factores, el emocional y el promocional, que dieron lugar a un E3 más digno. Un año después, esos mismos aspectos tienen el efecto contrario.
La gente está agotada. La pandemia nos ha pasado factura a nivel físico, mental y espiritual. Tras tantos meses en esta situación, cuesta mucho encontrar motivación. Estamos reventados. De ese modo, se ha dado la vuelta al aspecto emocional del E3 2020. En 2021 ese factor una losa, evidenciada en la apatía de todas las presentaciones. Es algo que va de la mano con “el reverso tenebroso” del factor promocional. PS5 y Series X ya están a la venta; no ha sido preciso mostrar una batería de juegos que aproveche su estreno. A esto se suma que no hay parque suficiente; si estas consolas estuvieran asentadas, es probable que los estudios redoblasen sus esfuerzos para apoyarlas. La devaluación del E3 ha sido otro factor crucial. Es innegable que la feria ha dejado atrás su época dorada. Convertirse en un evento online puso la guinda, apuntalada por la deserción de compañías como Sony. En 2021, la preparación del evento ha pillado a las compañías con el paso cambiado. Muchos pensarían que el E3 no iba a tener lugar, por lo que tuvieron que preparar una presentación a toda prisa. Otros estudios optaron por la ley del mínimo esfuerzo. Apuntaron al probado raspado; pasando por alto que, en cierto modo, se deben a nosotros. Los jugadores.
En estos tiempos, preocuparse por la deriva del E3 suena un tanto frívolo. Puede ser, pero nos hacen falta este tipo de espectáculos, precisamente por la época tan difícil que nos ha tocado. Llámalo evadirse de la realidad; refugiarse en las aficiones; o simplemente un entretenimiento para no comernos la cabeza. Necesitamos ilusión. Más que nunca. Por ello estamos en nuestro derecho de arrastrar a la organización del E3; y por ende, a los estudios. Somos nosotros quienes les hemos dado beneficios multimillonarios durante la pandemia. Quienes han convertido los videojuegos en uno de los sectores más rentables del último año. Nos debían ese poquito de ensoñación, generarnos expectación con algo especial que está por llegar. En cambio, nos han tratado como Godefroy de Papincourt con su fiel Jacquard; cuando le tira las sobras. Tal vez nos vean así. Como meros sirvientes.
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